viernes, 28 de mayo de 2010

El Coro

¿Me tendré que resignar a una vida de lo más simple? ¿Fue falsa esa sensación que me acompañó toda la vida de que el Destino me tenía reservado un lugar especial? ¿Voy a pasar, nomás, por este mundo sin dejar huella en la humanidad?
Lastimosamente la realidad me está pegando una y otra vez para que reaccione y despeje de mi atontada mente todos estos delirios de grandeza.
¡Si es que tampoco he hecho nada para conseguir ese fin! ¿Acaso las cosas se dan solas como por arte de magia? ¡Qué infantil que puedo llegar a ser! Mi mente sigue funcionando exactamente igual que cuando no tenía más de tres o cuatro años, desde mis primeros recuerdos. Ya por entonces me acuerdo que me acostaba de espaldas en el piso del salón de casa, para sentir el frescor de las baldosas y cerraba los ojos escuchando alguna canción en la radio e imaginaba que yo era el que cantaba y que era ovacionado por una multitud.
¡Qué gracioso y triste a la vez! Viví toda mi vida convencido de que conseguiría ser alguien importante, pero nunca hice nada para ello. Siempre pensé que se daría naturalmente y de golpe. ¡Sólo había que esperar a que el mundo me conozca!
Ahora tengo más de treinta, seguro ya pasé tranquilamente la mitad de todo el camino y sigo tan lejos de conseguir algo como aquel niño acostado en el salón de su casa, en aquellas calurosas siestas paraguayas.
¡Pero es que además no tengo nada de especial! No tengo nada particular que contar. Todo encaja en el relato de cualquier hijo de vecino. La única diferencia es que cualquier otro no hubiera perdido toda su vida en ridículas ensoñaciones. A esta altura tendría una profesión u oficio, una familia y algunos bienes materiales. Y yo siempre estuve convencido de que ésas eran tonterías para distraer a los de poco vuelo. Ahora los envidio, y me avergüenzo por haber pensado de esa manera.
¡Y qué gracioso! Ahora mismo está ocurriendo, mientras escribo nerviosamente estas líneas. Vuelve a presentarse, no sé de dónde, pero aquí está ese gran público abstracto. Sólo que ahora en vez de ovacionar a un niño, se apenan de no haber conocido a ese artista que pasó toda su vida inadvertido y que no tuvo siquiera un lugar donde caerse muerto. Si casi estoy seguro de que están ahí, siento sus gemidos. ¡Es tan claro! Todos rodean mi cuerpo inerte y lamentan su grave error y se dicen que debí de haber nacido en un tiempo y lugar incorrecto; para justificarse, claro.
Y yo me vuelvo a preguntar: ¿Debo resignarme? Pero ahí el Coro enmudece y la realidad vuelve a mostrarme sólo. Me veo tentado de acostarme de espaldas en el piso y cerrar los ojos, pero ya sería demasiado y temo volverme loco.
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jueves, 27 de mayo de 2010

miércoles, 26 de mayo de 2010

Llorando reproches

Antes que nada les juro que soy creativo. Créanme, soy un artista, en serio. Lo que pasa es que soy tímido, no ven que nunca puedo mirar a los ojos ni evitar ponerme colorado? Pero, Joder! Que no puede uno ser tímido en este mundo? No! enseguida te subestiman. Nadie puede admirar la timidez, claro! Quién se va a sentir reflejado en unos ojos esquivos?!
Y encima soy pobre. Si, ya sé que hay gente mucho más pobre que yo, pero mi pobreza es suficiente para no poder acceder al mundo del arte... Sí, ya sé que hubieron artistas pobres. Pero esas son fábulas! Qué artista tuvo que compaginar su arte con diez horas diarias de trabajo? Y si dicen que vivió en la peor miseria. ¿Cómo salió de golpe?! Son fábulas para hacer su historia más romántica! Yo sé que si me llegara a arriesgar lo único que conseguiría es terminar sólo y en la calle, buscando comida en la basura... si! duraría muy poco y les aseguro que nadie se apiadaría de mí, ni me consideraría un artista, no! Me mirarían con desprecio.
Pero ahí no terminan mis problemas. Ojalá sólo sean esos mis obstáculos. No! Todavía faltan enumerar unos cuantos más y cada uno les aseguro que alcanzaría para oprimir a cualquiera. Con sólo uno sería suficiente para apagarle a cualquiera la ilusión.
Y es que siempre he sido inmigrante, desde que nací. En otro momento entraré en detalle quizás, ahora me agota pensar en contar por donde fui viviendo a lo largo de mi vida. El hecho es que les aseguro que el inmigrante siempre lo va a tener más difícil. Esto es un hecho innegable. Siempre está uno a la defensiva y siempre es sospechoso. Es como vivir en casa ajena, así de simple. Para qué ponerse a explicar este asunto!
Y está el que seguro fue mi peor enemigo, fue como un maleficio, sólo alguien que me odie profundamente pudo haberme deseado que desarrolle las fobias sociales que padecí durante años (los mejores años para cualquiera), y que aún están ahí, asomándose por los rincones para recordarme que nunca estaré del todo sano. No se lo deseo a nadie, es lo peor que le pueda pasar a alguien. Se los aseguro. Nadie puede ayudarte y te impide hacer hasta lo más simple. Ni decir que terminó por arruinarme! Perdí más de cinco años esenciales! Y ya no tiene sentido lamentarse o patalear, ya está! No se puede volver atrás, no! Es como haber estado en la cárcel durante los más preciados años de la juventud. Dios! Por qué! Quién pudo desearme este mal?
Y sí! Alguien tiene que tener la culpa, ya me cansé de esa tonta humildad de achacarme todas las culpas. No! Yo no paré de esforzarme, lo juro! Pero es que desde afuera no se nota? Nadie puede ver acaso?! Siempre me dicen: "qué tranquilo que eres!", "un pan de Dios", no se dan cuenta que estoy pidiendo a gritos que me ayuden?! Pero claro que se dan cuenta de todo. Por eso todos desconfían de mí, nadie nunca me ha ofrecido una ayuda gratuíta, siempre esa desconfianza. La gente me ignora o se me acerca con cautela, como si tuviera algo contagioso. Y cómo confiar en alguien que apenas si habla y no te mira a los ojos?! Si casi los puedo entender!
Y para terminar con todo este agobio de reproches sin sentido, les cuento la última... y sí! Algo más tiene que haber, si si si... Y es la puta crisis económica. Todos lloran, si si. Pero todos están mejor que yo! Ahora menos te va a ayudar alguien. No! Suficiente tienen con su crisis de los cojones! Como si antes, cuando se llenaban los bolsillos, fueran a ayudarte. Cabrones!!! Estoy harto de su crisis! Harto! Son una porquería, siempre lo fueron. Si! La crisis no es excusa! Con una sola de las mías los perdonaría. Sólo UNA y sería suficiente. Se los juro!
¿Quién pudo haberme deseado tanto mal?